Cuando era una niña soñaba y creía que las nubes de septiembre estaban hechas de algodón. Pensaba que las fantasías almacenadas en la mente se harían realidad.
Hoy sigo soñando, pero el paso de los años me ha hecho notar cuanto hay que luchar para conseguir que algo se cumpla. Que el camino está lleno de espinas y que las nubes de septiembre no son de algodón.
Dejas de ser una niña y te quitan de golpe el velo del rostro, ese mismo que te hacía creer que la realidad era una tarea fácil de realizar, cuando no es así.
Dejas de ser una niña y te quitan de golpe el velo del rostro, ese mismo que te hacía creer que la realidad era una tarea fácil de realizar, cuando no es así.
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