En algunas ocasiones no le importaba y sabía que debía importarle. Pero no. No le importaba. No le interesaba saber que existiera una vida establecida. No.
A veces le bajaba lo egoísta y el dolor de saberse egoísta. Era un hecho sobre el cual no podía hacer nada, ella lo había vivido antes y sabía que no podía hacer nada. Estaba queriendo. Lo quería y no podía hacer nada más que sellarse la boca, coserse los ojos y taponar sus oídos.
Ella sabía. Ella notaba. Ella tenía certezas. Ella sabía que nunca iba a mirarla. Ella sabía que no servía para que alguien más le quisiera de la manera que no admitía esperar.
Daba lo mismo que no le importara, porque en la realidad ella no existía para él. Porque nunca iba a ocurrir nada o algo similar a lo que había vivido con el otro hombre. Él no iba a quererla tanto. Tampoco iba a menospreciarla al punto de abandonarla. Ella simplemente no existía. No era nada. Pero aún así no le importaba. Aún así sentía que estaba queriendo y que su corazón partido a la mitad trató de ser unido con un alfiler de gancho. Pero había una grieta tan grande ahí… Era lógico que ese amor imbunche se metiera por esos recovecos.
A veces le bajaba lo egoísta y el dolor de saberse egoísta. Era un hecho sobre el cual no podía hacer nada, ella lo había vivido antes y sabía que no podía hacer nada. Estaba queriendo. Lo quería y no podía hacer nada más que sellarse la boca, coserse los ojos y taponar sus oídos.
Ella sabía. Ella notaba. Ella tenía certezas. Ella sabía que nunca iba a mirarla. Ella sabía que no servía para que alguien más le quisiera de la manera que no admitía esperar.
Daba lo mismo que no le importara, porque en la realidad ella no existía para él. Porque nunca iba a ocurrir nada o algo similar a lo que había vivido con el otro hombre. Él no iba a quererla tanto. Tampoco iba a menospreciarla al punto de abandonarla. Ella simplemente no existía. No era nada. Pero aún así no le importaba. Aún así sentía que estaba queriendo y que su corazón partido a la mitad trató de ser unido con un alfiler de gancho. Pero había una grieta tan grande ahí… Era lógico que ese amor imbunche se metiera por esos recovecos.
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