Aquella noche lo supo. Ya lo presentía. Pero tenía que estar segura y la certeza le llegó embarcada en un acto que hasta hace unos años era de amor.
Desde el momento en que comenzó a desnudarla sintió la frialdad. Esa distancia propia de los amantes de ocasión, esa cercanía que no es tal, esa tocación que es tan falsa como el ardor que les llevaba a la cama. Al mirarlo a los ojos veía un hueco oscuro donde no había nada, los besos eran toscos y el placer fingido. Estaban ahí como dos animales que sólo cumplían con un acto natural, apareamiento y nada más.
Todo era tan diferente ahora... Muy diferente a lo que era unos años atrás, cuando lo amaba con tanta devoción que era capaz de cruzar dos regiones con tal de estar con él un par de horas. Cuando él juraba quererla para siempre, dejarlo todo por ella... Construir a su lado una vida a la que había renunciado equivocadamente. Porque cuando se es joven tienes derecho a cometer errores. Ella reinvindicaría ese error... Pero no fue así, porque él torció el destino de los dos y nunca más fue lo mismo desde que decidió partir y después de eso, vino el desastre. Vino la sensación de sentir que le vendía su cuerpo a un extraño. Que era una puta. Que era un objeto.
Caminando simplemente lloró. Tenía pena. Tenía dolor y miedo. No le dijo que quería a otro hombre ahora ¿Para qué? Si al final era la misma espiral. Era más sufrimiento y recordaba voces que le decían que tenía derecho a querer de nuevo. Se conocía ella. Sabía que era lo mismo. Sabía de su naturaleza y por eso su miedo. Si aquel hombre llegaba a mirarla con otros ojos, con la mirada que ella, muy a su pesar, deseaba...
¡Que manera más canalla de notar que ya nada era como antes!A través de la entrega, que ya no fue tal... Sino más bien un acto reflejo destinado a saciar los deseos reprimidos por la soledad.
Desde el momento en que comenzó a desnudarla sintió la frialdad. Esa distancia propia de los amantes de ocasión, esa cercanía que no es tal, esa tocación que es tan falsa como el ardor que les llevaba a la cama. Al mirarlo a los ojos veía un hueco oscuro donde no había nada, los besos eran toscos y el placer fingido. Estaban ahí como dos animales que sólo cumplían con un acto natural, apareamiento y nada más.
Todo era tan diferente ahora... Muy diferente a lo que era unos años atrás, cuando lo amaba con tanta devoción que era capaz de cruzar dos regiones con tal de estar con él un par de horas. Cuando él juraba quererla para siempre, dejarlo todo por ella... Construir a su lado una vida a la que había renunciado equivocadamente. Porque cuando se es joven tienes derecho a cometer errores. Ella reinvindicaría ese error... Pero no fue así, porque él torció el destino de los dos y nunca más fue lo mismo desde que decidió partir y después de eso, vino el desastre. Vino la sensación de sentir que le vendía su cuerpo a un extraño. Que era una puta. Que era un objeto.
"Ya nada es como antes", le dijo sin mirarloY así sin más, se levantó. A tientas se vistió, tomó su bolso y se fue.
"Nunca ha sido como antes", contestó también sin mirarla
"El amor nunca estuvo presente en esta cama, por lo menos, no como antes. Hace días te vi en la calle. Tú volteaste y fingiste no verme. Te seguí una cuadra entera, pero al llegar a la esquina te vi seguir tu camino y entonces supe que ya no era lo mismo. Que ya no te quería y no quería convencerme."
"Algunas veces pienso en como hubiese sido una vida juntos... En como hubiese sido todo de no haberme ido. Tú sabes que fui cobarde al irme y la verdad es que el miedo siempre ha sido un obstáculo en mi vida y le he perdonado mucho, pero no puedo perdonarle que me haya llevado a irme sin decirte nada..."
"Vine a buscarte por eso, sólo haciendo el amor contigo sabría si te amaba todavía. Ya no te puedo querer más. Esto se estaba secando hace tiempo" lentamente su mano recorrió su pecho y se acurrucó junto a él cerrando los ojos. Le rodeó con los brazos y beso su cuello mientras una lágrima le mojaba la mejilla "Yo no quería dejar de quererte. Yo luché más que tú por eso"
"¿No hay nada que hacer?... "
"No. No hay nada que hacer"
"Yo no quería esto. Yo no quería... Yo te necesitaba, te quería tanto y aún hoy siento que he cometido un error teniendo una vida como la que llevo. Teniendo mujeres que no quiero. Porque han existido otras mujeres en mi vida"
"¿Y qué? Al final es lo mismo. También han existido otros hombres en la mía y siempre es lo mismo. El mismo vacío para tapar los hoyos que dejaste. Yo no sirvo para esto. Ni tú ni yo servimos para querer a alguien. Destruimos lo que tocamos. No nacimos para querer a nadie. Tú no sirves para querer a nadie"
Caminando simplemente lloró. Tenía pena. Tenía dolor y miedo. No le dijo que quería a otro hombre ahora ¿Para qué? Si al final era la misma espiral. Era más sufrimiento y recordaba voces que le decían que tenía derecho a querer de nuevo. Se conocía ella. Sabía que era lo mismo. Sabía de su naturaleza y por eso su miedo. Si aquel hombre llegaba a mirarla con otros ojos, con la mirada que ella, muy a su pesar, deseaba...
"Todo sería lo mismo. Otra vez la misma historia. Ya no quiero sufrir más. Perdí diez años de mi vida en la historia anterior. Ires y venires. Muertes y resurrecciones... ¿Tú crees que quiero eso para mi otra vez?", le dijo a una amiga.Ojalá pudiera operarse la mente y borrarse el amor de las neuronas
"Yo no voy a querer a nadie. Yo no sirvo para eso. No nací para esos trotes. Así que nunca más voy a querer".Y a su mente volvió aquel recuerdo. Un martes de julio, diez años antes. Ella una niña de 15 años que observaba escondida en medio de un montón de escolares a un hombre que hablaba y sonreía. Era él. Ya en ese momento sabía que lo quería y siguió sabiéndolo por una década entera. Hasta esa noche en que tuvieron sexo por última vez. Porque aquello no fue amor. Aquello fue un mal final para un romance que tampoco comenzó bien.
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