sábado, 7 de junio de 2008

QUERER... NO SIRVE PARA ESO... (I PARTE)

Era temprano. Era viernes. Estaba nublado y ella vestía de negro y rosa. Nunca le gustó el rosa, pero aún así vestía aquella chaqueta corta que vió en una barata de tienda, porque le abrigaba y porque de alguna manera sentía que le daba vida a su semblante medio muerto...

Tenía el bolso apretado contra su regazo mientras el colectivo avanzaba por las calles. Nadie decía nada mientras la voz de la radio daba a conocer que ya los camiones no estaban parados. Y afuera la vida pasaba rápido frente a sus ojos. La plazoleta frente a la iglesia, los niños de uniforme esperando locomoción. Los autos del taller que está junto a la improvisada cancha de tenis. El canal ya seco hace un par de años. Era de todas las mañanas, las tardes y las noches. Eran las imágenes que la acompañaban en el preámbulo de su llegada a casa y de su ida al trabajo. Siempre en un colectivo. Siempre rodeada de extraños que a veces decían cosas, otras no. Y daba lo mismo. Porque a ella nunca le gustó conversar de nada. Salvo cuando estaba contenta y quería saberse viva a través de la palabra fácil y el intercambio de opiniones. Pero ese día no lo estaba.
"¿Me deja en la esquina?", dijo al llegar a la Plaza de Armas.
Bajó. Se acomodó el bolso en el hombro izquierdo y cuando se disponía a cruzar la calle para tomar la micro que definitvamente la dejaría en su trabajo, lo vio ¿Era él? No lo sabía, porque eran tantos meses sin saber siquiera como estaba. Pero salió de la duda cuando él volteó y, sin quererlo, también la vio. Quiso acercarse, pero antes de eso, él bajó la mirada y se fue. Esa actitud, lejos de dolerle, le fue indiferente. Pero la verdad es que , independiente de todo eso, si tenía dolor.
¿Qué le dolía más?
¿Saber que ya el verlo no despertaba en ella las sensaciones de antes?
¿Saber que estaba dejando de amarlo?
Tal vez lo que la tenía triste era darse cuenta de que no servía para querer, ni para que alguien más la quisiera. Siempre lo supo y por eso nunca le recriminó que haya llegado a su vida para destruirla, intentar reconstruirla y después hacerla mierda otra vez. En el fondo, le dolía saber que mientras se iba, ella caminaba lentamente tras él y ya no era lo mismo y al dolor, se sumó el miedo. Porque hacía pocos meses lo notó. Supo que a pesar de tener la certeza de que no servía para querer, estaba queriendo igual que hace diez años. Eran las mismas sensaciones, temores y celos. Estaba queriendo a sabiendas de su nula capacidad de querer. Pero quería y sabía que no iba a terminar bien.

Llegando a otra esquina, se detuvo. Lo observó irse y supo que ahora ya el sentimiento no era el mismo, porque se había bifurcado en otra dirección. Quería y sabía que no nació para querer...
¿De qué le servía?
Si al final era la misma historia, pero con otro protagonista, generándose a su alrededor.

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