Una vez le hablé a "Alguien" de ese cuento que Raymond Carver (O su editor, si nos apegamos a lo que dice la leyenda urbana) escribió. Se llama "¿Por qué no bailan?", del libro "De qué hablamos cuando hablamos de amor". De ese libro es el cuento que más me gusta, junto al que le sigue "Visor".
Paréntesis. "Visor" trata de un hombre sin manos que un día llega a la casa de otro, que si las tiene, a sacar fotografías. La trama la encuentro genial y el mensaje es muy simple... Al final la peor discapacidad es aquella que nos impide superar el dolor o la decadencia propia de quien se hunde en el abismo... Da lo mismo por qué, pero siempre el motivo es de tan poca consistencia que ni la pena vale el sufrimiento que provoca.
Tal vez lo que quiso decir con "Visor" fue otra cosa. Pero yo lo interpreté así. Cierre de paréntesis.
Volviendo al tema del principio, "¿Por qué no bailan?" me llama la atención y me gusta porque lo he leído tantas veces que aún no puedo encontrarle el sentido. La idea de una casa entera montada en el antejardín del lugar en donde todos esos muebles estuvieron me parece tan surrealista y me da lo mismo decir bobadas, en serio que le agradezco a "Alguien" infinitamente haber hablado de Carver conmigo. Le doy múltiples interpretaciones, pero ninguna es totalmente coherente y creo que, en sí, el cuento es tiene tintes de incoherencia y eso le hace más atractivo todavía, porque más encima el final se asemeja a esos de las películas con secuela...
Puede ser que el protagonista, al montar toda su casa en el antejardín, como en exhibición para ser vendida, esté limpiando un pasado doloroso... Una historia que pudo finalizar de tantas formas y que se yo... Así van muchas otras conclusiones. Tonteras, tonteras que se le ocurren a una que pueden estar lejos del mensaje real. Hay que leerlo... También lo asocié con esto de irse al mundo paralelo por voluntad propia, como me quise ir yo tantas veces en el pasado. Mi pasado doloroso. Sacar afuera todo, exorcisarlo de una vez para mandarlo a la cresta y crear nuevos momentos, nuevas alegrías y nuevas penas que luego también mandaremos a la cresta y así en una espiral infinita... O ni tanto, porque cuando morimos se frena todo.
Todos, como personas individuales, estamos en constante evolución y muchos captan esa fase superficial de ésta, pero el cambio es profundo bien profundo, jamás terminamos de madurar. Siempre estamos mirando al horizonte esperando ver que hay más allá.
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¿Por qué no bailan? (Fragmento)
Los chicos estaban sentados a la mesa. El hombre los miró. A la luz de la lámpara, creyó ver algo en sus caras. Algo agradable o desagradable. ¿Quién podía saberlo?
—Voy a apagar la televisión y a poner un disco —dijo el hombre—. También vendo el tocadiscos. Barato. ¿Cuánto me dais por él?
El hombre acabó su whisky y se sirvió otro. Luego encontró la caja de los discos.
—Elige algo —animó a la chica, y le tendió los discos.
El chico extendía el cheque.
—Ahí tiene -contestó la chica eligiendo uno, uno cualquiera, porque no conocía los nombres de las tapas. Se levantó de la mesa y se volvió a sentar. No quería estar sentada y quieta todo el tiempo.
—Estoy poniendo el importe —anunció el chico.
—Claro —dijo el hombre.
Bebieron. Escucharon el disco. Luego el hombre puso otro.
¿Por qué no bailáis?, decidió decir; y lo hizo:
—Eh, chicos, ¿por qué no bailáis?
—No, no —dijo el chico.
—Venga —insistió el hombre—. Es mi jardín. Podéis bailar si os apetece.
Abrazados, con los cuerpos muy juntos, el chico y la chica se deslizaban de un lado a otro por el firme de la entrada. Bailaban. Cuando se acabó el disco, bailaron con el siguiente, y cuando se acabó éste el chico declaró:
—Estoy borracho.
Y la chica negó:
—No estás borracho.
—Sí, estoy borracho.
El hombre dio la vuelta al disco, y el chico repitió:
—Lo estoy.
—Baila conmigo —le pidió la chica al chico, y luego al hombre; y cuando el hombre se levantó, avanzó hacía él con los brazos abiertos.
—Esa gente de allí. Están mirándonos -observó la chica.
—No pasa nada —dijo el hombre—. Es mi casa.
—Que miren —dijo la chica.
—Eso es —la apoyó el hombre—. Creían haberlo visto todo en esta casa. Pero no habían visto esto, ¿eh?
Sintió el aliento de la chica en el cuello.
—Espero que te guste la cama.
La chica cerró los ojos; luego los abrió. Pegó la cara contra el hombro del hombre. Y atrajo su cuerpo hacia sí.
—Debes de estar desesperado o algo parecido —le dijo
Paréntesis. "Visor" trata de un hombre sin manos que un día llega a la casa de otro, que si las tiene, a sacar fotografías. La trama la encuentro genial y el mensaje es muy simple... Al final la peor discapacidad es aquella que nos impide superar el dolor o la decadencia propia de quien se hunde en el abismo... Da lo mismo por qué, pero siempre el motivo es de tan poca consistencia que ni la pena vale el sufrimiento que provoca.
Tal vez lo que quiso decir con "Visor" fue otra cosa. Pero yo lo interpreté así. Cierre de paréntesis.
Volviendo al tema del principio, "¿Por qué no bailan?" me llama la atención y me gusta porque lo he leído tantas veces que aún no puedo encontrarle el sentido. La idea de una casa entera montada en el antejardín del lugar en donde todos esos muebles estuvieron me parece tan surrealista y me da lo mismo decir bobadas, en serio que le agradezco a "Alguien" infinitamente haber hablado de Carver conmigo. Le doy múltiples interpretaciones, pero ninguna es totalmente coherente y creo que, en sí, el cuento es tiene tintes de incoherencia y eso le hace más atractivo todavía, porque más encima el final se asemeja a esos de las películas con secuela...
Puede ser que el protagonista, al montar toda su casa en el antejardín, como en exhibición para ser vendida, esté limpiando un pasado doloroso... Una historia que pudo finalizar de tantas formas y que se yo... Así van muchas otras conclusiones. Tonteras, tonteras que se le ocurren a una que pueden estar lejos del mensaje real. Hay que leerlo... También lo asocié con esto de irse al mundo paralelo por voluntad propia, como me quise ir yo tantas veces en el pasado. Mi pasado doloroso. Sacar afuera todo, exorcisarlo de una vez para mandarlo a la cresta y crear nuevos momentos, nuevas alegrías y nuevas penas que luego también mandaremos a la cresta y así en una espiral infinita... O ni tanto, porque cuando morimos se frena todo.
Todos, como personas individuales, estamos en constante evolución y muchos captan esa fase superficial de ésta, pero el cambio es profundo bien profundo, jamás terminamos de madurar. Siempre estamos mirando al horizonte esperando ver que hay más allá.
¿Habrá querido decir todas esas cosas que pienso cuando leo el cuento?No sé... Pero acá dejo un trocito. Justo el que me despierta tanta duda y el que me cautiva más.
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¿Por qué no bailan? (Fragmento)
Los chicos estaban sentados a la mesa. El hombre los miró. A la luz de la lámpara, creyó ver algo en sus caras. Algo agradable o desagradable. ¿Quién podía saberlo?
—Voy a apagar la televisión y a poner un disco —dijo el hombre—. También vendo el tocadiscos. Barato. ¿Cuánto me dais por él?
El hombre acabó su whisky y se sirvió otro. Luego encontró la caja de los discos.
—Elige algo —animó a la chica, y le tendió los discos.
El chico extendía el cheque.
—Ahí tiene -contestó la chica eligiendo uno, uno cualquiera, porque no conocía los nombres de las tapas. Se levantó de la mesa y se volvió a sentar. No quería estar sentada y quieta todo el tiempo.
—Estoy poniendo el importe —anunció el chico.
—Claro —dijo el hombre.
Bebieron. Escucharon el disco. Luego el hombre puso otro.
¿Por qué no bailáis?, decidió decir; y lo hizo:
—Eh, chicos, ¿por qué no bailáis?
—No, no —dijo el chico.
—Venga —insistió el hombre—. Es mi jardín. Podéis bailar si os apetece.
Abrazados, con los cuerpos muy juntos, el chico y la chica se deslizaban de un lado a otro por el firme de la entrada. Bailaban. Cuando se acabó el disco, bailaron con el siguiente, y cuando se acabó éste el chico declaró:
—Estoy borracho.
Y la chica negó:
—No estás borracho.
—Sí, estoy borracho.
El hombre dio la vuelta al disco, y el chico repitió:
—Lo estoy.
—Baila conmigo —le pidió la chica al chico, y luego al hombre; y cuando el hombre se levantó, avanzó hacía él con los brazos abiertos.
—Esa gente de allí. Están mirándonos -observó la chica.
—No pasa nada —dijo el hombre—. Es mi casa.
—Que miren —dijo la chica.
—Eso es —la apoyó el hombre—. Creían haberlo visto todo en esta casa. Pero no habían visto esto, ¿eh?
Sintió el aliento de la chica en el cuello.
—Espero que te guste la cama.
La chica cerró los ojos; luego los abrió. Pegó la cara contra el hombro del hombre. Y atrajo su cuerpo hacia sí.
—Debes de estar desesperado o algo parecido —le dijo
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