Había una cosa concreta, ella ya no podía dejar de pensar en él y lo que era peor, estaba segura de que lo estaba notando... Esperaba verlo en cualquier lugar. Daba lo mismo cual.
Era todo igual que antes, igual que 10 años antes. La diferencia radicaba en que entonces era una niña. Ahora era una mujer, pero una mujer cobarde y era esa cobardía lo que iba a desmejorarle las perspectivas. El escenario en el cual se situaba esta nueva historia. Esta semilla ajena que le brotaba del pecho como una enredadera que comenzaba en el corazón y terminaba en un lugar de su mente, ese que él de a poco estaba ocupando.
Tenía ganas de no tener ganas. Tenía deseos de no sentir. Quería pensar que no pensaba nada. Añoraba que no la quisiera como estaba deseando, porque no quería sufrir otra vez.
Era todo igual que antes, igual que 10 años antes. La diferencia radicaba en que entonces era una niña. Ahora era una mujer, pero una mujer cobarde y era esa cobardía lo que iba a desmejorarle las perspectivas. El escenario en el cual se situaba esta nueva historia. Esta semilla ajena que le brotaba del pecho como una enredadera que comenzaba en el corazón y terminaba en un lugar de su mente, ese que él de a poco estaba ocupando.
Tenía ganas de no tener ganas. Tenía deseos de no sentir. Quería pensar que no pensaba nada. Añoraba que no la quisiera como estaba deseando, porque no quería sufrir otra vez.
Estaba a punto de cruzar la línea que atravesó desde los 15 hasta los 25 años. Porque a él ya lo quería. Lo quería mucho...
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