lunes, 12 de junio de 2006

NO LE DIGAS A NADIE

Mientras ella lloraba, tomó su rostro entre sus manos; ahí estaba, bañado de lágrimas, ojos sin esperanza, enamorados, desolados. Era la primera vez que la veía a los ojos, porque siempre evitó hacerlo... Su mirada era extraña y notó que era peligroso mirarla cuando, abrazándola, le dijo que tenía bondad en sus ojos, que ella no era como las demás, que ella era diferente...
Desde entonces nunca quiso mirarla a los ojos, no quería volver a experimentar lo que sintió cuando la abrazaba. Esos deseos de nunca dejarla, de protegerla por sobre todo lo demás, incluso de dar la vida por ella y eso no podía ser, ya la había prometido a otros y estos no le permitirían siquiera pensar en darla por otro ideal que no fuera el de ellos... nunca.
Sin embargo, esa noche no pudo evitarla más y sus ojos estaban ahí, esperando una respuesta ¿Que era lo que no le permitía afrontar la situación? Él estaba preparado para esto, para hechar abajo los deseos que no correspondía tener... Porque los tenía.
No llores más, por favor...
Y el beso se hundió en otro beso y el abandono se hundió en otro abandono y el dolor se hundió en otro dolor. Eran uno, cada cual dejaba su huella en el otro y sólo en ese momento tenía la certeza de que la amaba tanto como ella demostraba amarlo a él.
Nadie supo nada. La noche era espesa, el lugar era invisible... Nadie nunca sabría nada.
Sin embargo, ahora nacía la derrota que él sentía por no haber sido fuerte, por no ignorar lo que sucedía, por no arrancarla de su entorno de un zarpazo como otros habían hecho a través de los años. Era débil y la debilidad atrae a la culpa y la culpa a la cobardía... Ella lo observó con voz nerviosa decirle que nunca quiso hacerle daño, que no quería verla sufrir, que nunca buscó lo que acababa de ocurrir y en una vorágine de miedos y arrpentimientos su voz parió esta frase:
"No le digas a nadie... Hagamos como que esto no pasó nunca"
Sin saberlo, él la vió morir en ese instante, porque estas palabras le taladraron el pecho y llenaron de sangre sus recuerdos.
Sin saberlo, él comenzaba la cuenta regresiva de su propia muerte.

(Escrito en 1999)

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