Mis abuelos.
(Matrimonio 1960)Teno es un pueblito que está entre San Fernando y Romeral. Es pequeño, con una estación abandonada de tren y tres cuadras en las cuales está el supermercado Bryc, el San Pedro, la Bomba de bencina, carabineros, la carnicería, el bar y el salon de pool... ya con la modernidad se instalaron un par de cyber.
En cada cuadra hay una ancianita o un viejito mirando como pasa la gente, como pasan los autos, como pasa la vida lentamente en aquel lugar. A veces suspiran recordando cuando la estación tenía vida y los forasteros llegaban a aquel pueblo, antigua cuna de bandidos en la época colonial... incluso dicen que Los Pincheira (Los reales, no los de la tele) se pasearon por sus campos en busca de botines, de ganado y de mujeres. En Teno todo el mundo se conoce, todos saben del escándalo o la felicidad ajena incluso antes de que los involucrados se den cuenta de que han sido descubiertos. Teno está tatuado en mi pasado, con más fuerza en mi niñez. Por mis abuelos.
ELLA Ella se llamaba Teresa, nació en Las Cabras en 1915. Hija de una profesora y de un inspector de trenes, que luego fue regidor, que después engañó a su esposa y tuvo un hijo ilegítimo.
Aparte de este hermano clandestino tuvo muchos hermanos más, todos legítimos, todos nacidos de la misma profesora que se partía el lomo enseñando noche y día en la escuelita local.
Mi bisabuelo.
Posiblemente esté en la Estación de trenes de Las Cabras
ÈL
Él se llamaba Abelardo, nació en algún lugar del campo que aún no tengo claro, de una madre y un padre que se esfuman en las nebulosas del tiempo. Fue criado en un fundo enclavado en el vasto campo de la zona central de Chile por su abuela, la ama de llaves del lugar. A él lo quisieron como un hijo y le pagaron una buena educación, se convirtió en la mano derecha del Patrón, administraba el lugar y le gustaba su trabajo.
Los rumores familiares hablan de que la abuela alguna vez fue sirvienta de los Alessandri... sí, los mismos del León de Tarapacá... Pero vaya a saber una si en realidad fue así, los rumores son demasiado ambiguos para tomarlos en cuenta.
AMBOS
Un día Abelardo decidió trabajar en otro lugar, dejó a la abuela con los señores del Fundo con la promesa de que vendría por ella cuando encontrara un lugar fijo donde vivir, le agradeció a los Patrones que para él habían sido como sus padres y emigró a la vida independiente con toda la experiencia de capataz bajo el brazo. Un día llegó a Las Cabras, un pueblo pequeño de la sexta región en donde se entusiasmó con una muchacha que trabajaba de sirvienta en una de las tantas casas que existían ahí. La cortejaba todos los días, sin que hubiera respuesta... Pero tanta resistencia terminó pasando la cuenta, porque un día desvió sus ojos hacia la hija de los patrones, una mujer menudita, rubia, de ojos verdes que hacía unos días había notado su presencia por la casa. Comenzó a cortejarla a ella. Finalmente se casaron en 1939. La novia se llamaba Teresa.
Con los años tuvieron cuatro hijos: María Teresa, Jaime, María Angélica (mi mamá) y Abelardo hijo (Mi tío Lalo).
La familia se estableció en un fundo llamado El Molino, cercano a la zona de Teno. Ahí Abelardo fue administrador durante muchos años. Pero las circunstancias de la vida le hicieron dar un giro en la vida, porque Jaime, su segundo hijo, se dejó llevar por un mundo lleno de demonios en la adolescencia... viajes interminables al psiquiátrico de Santiago, remedios y electroshock marcaron la vida de este muchacho:
"Su hijo necesita un ambiente estable, un lugar donde pueda hacer cosas... cosas
de campo, plantar una huerta, cuidar animales... algo que le mantenga la mente
ocupada".
Siguiendo estas recomendaciones de su psiquiatra, Abelardo y Teresa emprendieron una nueva vida. Con el dinero que habían ahorrado compraron una casa en el cruce Teno cercana a la carretera, con mucho patio, mucho verde y mucho campo detrás. Posteriormente compraron un camión para mantener a la familia, animales, aves, plantaron choclos, tomates, ajíes, pasto, rosales... Convirtieron la casa entera, que había sido una cantina en sus tiempos mozos, en un lugar donde Jaime pudiera mantenerse ocupado. Las crisis de esquizofrenia disminuyeron. Le gustaba limpiar el pasto de hojas secas, mantener libres de plagas el choclo, las verduras... Le daba de comer a los patos, a los cerdos y sacaba temprano los huevos que ponían las gallinas para que su madre preparara el desayuno.
MIS RECUERDOS
Yo llegué a la vida de mis abuelos cuando ya tenían dos nietos varones, ambos adolescentes. Recuerdo que llegado el viernes mi mamá hacía las maletas y partía conmigo a Teno, mi papá llegaba después. A veces nos íbamos en tren y mi Tatita Abelardo nos esperaba en la Estación. El camión era tan viejo que a veces mi mamá pensaba que se desarmaría.
Mis primos vivían junto a sus padres en la casa de mis abuelos, que era enorme, celeste, con techos altísimos y con lámparas de lágrimas (creo que así se llaman). En cada habitación estaban esos roperos gigantes con un espejo en la puerta, en el cual yo me miraba horas y horas, cantaba la canción de Yuri
Dame un beso ante la atenta mirada de mi abuela, que sentada desde su cama me celebraba todo, luego llegaban mis primos que me hacían cosquillas hasta que la risa hacía que me doliera el estómago.
Recuerdo la obsesión de mi tío Jaime por Dios, su pieza tapizada de santos, una virgen enorme y una biblia de esas con dibujos al lado de su cama, un ropero lleno de recortes del Papa o de Jesús, un Sagrado Corazón de Cristo de túnicas rojas colgado al lado de la puerta. La cama con marqueza de bronce, libros arrumbados en un rincón... Siempre iba con mi abuelita, yo miraba todo eso mientras ella limpiaba y me contaba que hasta los 15 mi tío era sano, pero que se enamoró y como la niña no lo tomó en cuenta se volvió loco... Que historias no?
A veces íbamos a misa con una de mis tías, esposa del hermano menor de mi mamá. Con ella nos paseábamos por el pueblo, donde era amiga de todos y todos me miraban y me hacían mimos, me decían que era linda... que era muy grande para tener cuatro años y después, a media tarde, mi tía me tomaba de la mano y hacíamos pan amasado.... a esa edad yo hacía mis propios mini panes... jejeje.
Cuando mi Tatita Abelardo murió, mi abuela se apegó más a mi. Yo lo recuerdo claramente, porque le escribía semanalmente a mi mamá preguntándole por mi, que porque no se iban a vivir a Teno, que ella quería tenerme cerca... Yo también la quería mucho a ella y le enviaba dibujos de casas con soles, con chimeneas humeantes, con árboles verdes y con cercas de madera... Cada vez que llegaba yo corría a buscarla a la cocina... siempre le decía:
"Abuelita Teresa llegué ¿Te invento un chiste?"
Y ella me abrazaba tan fuerte que apenas podía respirar, pero me gustaba, me gustaba sentir la lana de su chal negro, su cuerpo menudito abrazándome. Luego iba a ver los chanchos con mi tío Jaime y le dábamos de comer a los patos, íbamos a ver si las gallinas habían puesto huevos... Era una vida muy linda aquella.
Mi tío Jaime murió en Octubre de 1986, lo atropelló el auto de un funcionario del Banco del Estado en la carretera. A veces él salía a caminar de noche, porque le decía a mi mamá que hablaba más tranquilo con Dios, caminaba por todos lados contándole cosas... Pero Dios no lo ayudó en el momento en que llegando a la carretera lo aplastó un auto... Mi abuelita comenzó a apagarse en ese momento. Dos años antes perdió a mi tatita, ahora a él.
LA PÉRDIDA
En agosto de 1987 fuimos a Teno el fin de semana, yo llegué como de costumbre, fue un sábado normal... recuerdo que ya estaba en kinder y le contaba a mi abuelita todo lo que había hecho en el colegio, que jugaba en una casa de muñecas del patio... que era la que se había aprendido a lavar los dientes primero:
"Abuelita Teresa ¿Te invento un chiste?"
Inventaba los chistes más fomes de mi vida, pero ella igual se reía de todos.
El domingo nos fuimos, recuerdo que la abracé y ella me preguntó:
"¿Cuando me vas a venir a ver, mi niñita?"
"La próxima semana vamos a venir mamá" Le dijo mi
madre.
Ella nos dejó en la puerta, luego se fue.
Al día siguiente mi mamá me despertó con lágrimas en los ojos:
"Tenemos que ir a Teno de nuevo... Lo que pasa es que... la
abuelita anoche se sintió mal y eso la dejó muy cansada... entonces se fue a
descansar al cielo, con el Tata Dios..."
No lloré... era muy chica para sentirme abatida creo. Muy inocente para comprender lo que la pérdida de alguien que significó tanto en tu vida significa.
Por la noche mi padre me tomó en brazos y me llevó a verla... los ojos cerrados... tan plácida... tan tranquila.. Era mi abuelita que estaba descansando de los golpes que le había dado la vida.
Un mes después, me recostaba en el pasto de la placilla que estaba frente a mi casa y miraba esas nubes que parecen de algodón, tan típicas de septiembre y me preguntaba en cual nube estaba viviendo mi abuelita y porque no podía ir a verla.
Tarde mucho tiempo en llorar por ella. Han pasado 19 años y aún me hace tanta falta, ese abrazo que me daba cuando llegaba, su cara, sus anteojos con marco negro y grueso... su cabello dorado atado en un sólido tomate sobre su cuello. El olor de su pieza, su crema lechuga... sus pantuflas azules, sus vasos antiguos llenos de figuras, sus perlas, su ropa negra y su voz ronca... la recuerdo... todos los días está conmigo. Todos los días siento a mis abuelitos cerca mío... Todos los días recuerdo a los únicos abuelos que me quisieron en la vida... Es el mismo amor que siento por mi madre... Ese amor, es el que ellos me dieron.
La casa de Teno en que crecí fue demolida en el `99 para darle espacio a esas modernas carreteras de doble pista por las que tienes que pagar para transitar. Yo no volví más a Teno con regularidad después que murieron mis abuelos, a veces iba a ver a mis tíos... Después fui buscando una segunda oportunidad en mi historia personal... Pero no lo conseguí y desde entonces no he vuelto más.
¿Donde estás abuelita? A veces quisiera que me dijeras si existe el paraíso... o si Dios existe. O que me inventes un chiste... No importa que sea fome... si es tuyo reiré igual... porque te quiero mucho... Porque nunca te olvidé.