Ok... Tomarse un momento para respirar profundo... cerrar los ojos... Inspira... Expira... La cosa se pone preocupante y mientras espero que ocurra un milagro que no me haga decir...
"¡¡¡Cónchale!!!... Me cambió heavy la vida desde ahora"
Continúo con mis labores habituales en esta pequeña pero gran ciudad llamada Talca y ejerciendo mi trabajo informativo como Dios manda.
Si me pongo a escribir ahora, aunque en rigor no tengo ni una idea clara acerca de "para donde" va este post, es porque realmente lo necesito. Porque quiero dejar de imaginarme como andan por ahí volando los pájaros plomizos hacia otros lugares más asoleados. Sí, tonteras que no puedo contar aquí pero que igual los dejan dudosos. A lo mejor convencidos de que me estoy chalando o que algo me golpeó la cabeza y me dejó con el tocadiscos pegado. Además, es un ejercicio para hacer otras cosas que no sean meramente informativas... Porque a veces me pongo a pensar que nací en la vocación equivocada.
En serio. Hoy fui capaz de decirle a alguien un secreto que un periodista jamás le debe decir a nadie:
"No se me ocurre que preguntar", dije ante la mirada atónita y casi horrorizada de todos los que estaban frente a mi en aquella pauta.
Lo admito, una importante ministra vino hoy a mi ciudad y no me mandaron porque simplemente no sabía que preguntarle. Flaco favor le hago a mis pergaminos laborales si sigo contando a diestra y siniestra que no tengo cabeza para preguntar y que no me informo porque del canal salgo tardísimo y porque cuando llego simplemente quiero dormir y me dan lo mismo los noticiarios de otros canales... Y los diarios... Y las revistas... Y todo.
Si bien digo que nací con la vocación equivocada, la situación no es algo así como...
"Que terrible. Tiene una vocación que no es"...
A mi me gusta lo que hago. Es como cuando tú tienes algo con tu mejor amigo (a) y después le dices...
"Esto no puede volver a pasar"
Pero después vuelve a pasar porque aunque sabes que está prohibido, lo disfrutas igual. Algo así me pasa a mi con el periodismo. Siento que no está bien lo que hago, pero disfruto demasiado teniendo encuentros cercanos con la noticia candente todos los días. Aunque no sepa que cresta preguntarle a una ministra. Hay otras cosas que me revolucionan las hormonas en esta profesión. Se me imagina que darme cuenta de esto es como si hasta ahora, que tengo 27 años, me hubiesen criado haciéndome creer que soy gato, cuando en realidad nací perro... No sé... Algo como eso...
Pero ya. Digamos que aún no he encontrado el verdero amor y que por ahora soy feliz teniendo una vida lujuriosa con mi amante... El periodismo. De hecho, alguna vez un amigo actor me dijo que el teatro era mi verdadero amor y que el periodismo era mi puto. Fuerte, pero así es mi amigo. Con "mi puto", se refería a mi amante. Es que sí, el periodismo y yo somos bastante pasionales. Nuestra relación se basa en la pasión más que en otra cosa. Creo que por eso pienso que esta es la vocación equivocada. Aunque... Equivocada y todo, le pego harto a esta cosa del periodisteo, fijense.