viernes, 20 de enero de 2006

CAMILLE...

La obra de Camille Claudel siempre me ha despertado sentimientos extraños. No es que no me guste. He visto fotografías de su obra en internet y son hermosas esculturas... Es sólo que verlas me hace percibir esa sensación de dependencia absoluta a la esencia que la llevó a realizarlas, la sombra de sus amores con Auguste Rodin, su maestro, un importante escultor francés.

La figura de esta mujer me llamo la atención cuando tenía 8 años y en televisión vi un pequeño réclame que anunciaba el estreno de una pelicula basada en su vida en cines chilenos. Me llamaba la atención porque al mostrar pequeñas cápsulas de la pelicula los actores no habalaban en inglés, sino en francés. Años después pude verla finalmente en el cable y me cautivó tanto la vida de esta francesa, que busque información por internet.

La mayoría de sus esculturas son desnudos, cuerpos que desprenden erotismo y desesperación por el apego hacia el otro. Generalmente son parejas que se abrazan, se besan y se acarician... Amores capturados en el bronce o en la piedra.

Si se le quiere ver con morbo podemos decir que esta mujer comenzó a hacer esculturas calentonas en una época en la cual ese tipo de arte era incomprendido... Pero si se lee entre líneas el lenguaje corporal de estos amantes petrificados, de estas imágenes cargadas de emoción, se cierne sobre nuestra visión la convicción de que es ofensivo decir que son calentonas y que estamos frente a obras totalmente autobiográficas, que de alguna muestran el desarrollo, el esplendor y el ocaso de un talento innegable e innato que se vió ensombrecido por la fama de su amante.

Tal vez haya mucho más que decir de ella, tal vez muchas cosas se me queden en el tintero o serán obviadas por ignorancia, pero esto es lo que yo siento por ella, lo que yo siento por sus obras, lo que me provoca el ver una escultura suya.

La intensidad del amor correspondido y desechado es tan visible en esas obras que casi se puede palpar...

Un muestra de su obra: "El abandono"

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