Estoy ordenándome. Acoplándome a algo
¿Nunca les ha ocurrido que sienten algo así como un cambio pisándole los talones?
Yo siento eso desde hace muchos meses. Como que todos los días me despierto expectante por esto que me pasa... Como que en cualquier momento algo me ocurrirá... Algo bueno, eso es claro porque si fuera malo andaría muerta de susto y no es así, ando expectante.
Mientras me ocurren estas cosas, mi país se desenvuelve en medio de múltiples accionares que llaman la atención de los medios y así de simple somos testigos de como Yasnita no sabe si se queda o se va... De como al final algunos colegios falsean la asistencia de sus niños para que les den más dinero y sí... La codicia también está en nuestra educación y que no se quejen después si nos damos cuenta de que nuestra sociedad futura es así pues... codiciosa.
Nos secamos. Estamos ad-portas del racionamiento y mientras la tele nos dice y aconseja que apaguemos la luz, que cerremos el refrigerador y que ocupemos ampolletas ahorrativas, los comerciantes de la fruta suben estratosféricamente las frutas y verduras. Así dicen que comamos más sano si con tanta elevación de precios el Mc-Donnalds y el Kentuky Fried Chiken subirán generosamente sus divisas y de paso Chile será un país gordito.
Y así, entre los femicidios políticos a los que alude Yasnita, las subvenciones truchas, la sequedad, el alza de precios, la luz que hay que cuidar y otros manjares, yo a los 26 años siento que me acoplo y que me ordeno y sólo espero que la universidad comience pronto. A veces reflexiono y llego a la conclusión de que esto que me pasa tiene que ver con que me falta un año para, finalmente, terminar y ser periodista.
Encontrarme con mis compañeros en la calle es sólo hablar de eso, de lo incierto y emocionante del futuro y el nervio por la práctica y la emoción porque a la mayoría de ellos en enero les entregan el cartón. Yo no. A mi me queda, pero por ahí dicen que las cosas pasan por algo y si el trayecto se retrasó un año para mi, es porque así tenía que ser y no me puedo quejar.
Hace una semana me dijeron:
Mientras me ocurren estas cosas, mi país se desenvuelve en medio de múltiples accionares que llaman la atención de los medios y así de simple somos testigos de como Yasnita no sabe si se queda o se va... De como al final algunos colegios falsean la asistencia de sus niños para que les den más dinero y sí... La codicia también está en nuestra educación y que no se quejen después si nos damos cuenta de que nuestra sociedad futura es así pues... codiciosa.
Nos secamos. Estamos ad-portas del racionamiento y mientras la tele nos dice y aconseja que apaguemos la luz, que cerremos el refrigerador y que ocupemos ampolletas ahorrativas, los comerciantes de la fruta suben estratosféricamente las frutas y verduras. Así dicen que comamos más sano si con tanta elevación de precios el Mc-Donnalds y el Kentuky Fried Chiken subirán generosamente sus divisas y de paso Chile será un país gordito.
Y así, entre los femicidios políticos a los que alude Yasnita, las subvenciones truchas, la sequedad, el alza de precios, la luz que hay que cuidar y otros manjares, yo a los 26 años siento que me acoplo y que me ordeno y sólo espero que la universidad comience pronto. A veces reflexiono y llego a la conclusión de que esto que me pasa tiene que ver con que me falta un año para, finalmente, terminar y ser periodista.
Encontrarme con mis compañeros en la calle es sólo hablar de eso, de lo incierto y emocionante del futuro y el nervio por la práctica y la emoción porque a la mayoría de ellos en enero les entregan el cartón. Yo no. A mi me queda, pero por ahí dicen que las cosas pasan por algo y si el trayecto se retrasó un año para mi, es porque así tenía que ser y no me puedo quejar.
Hace una semana me dijeron:
"Yo voy a enseñarte a dejar que las cosas fluyan... Voy a enseñarte a esperar..."
Tal vez muchas de las cosas que en el pasado me dieron dolor tienen que ver con que en mi vida siempre hubieron procesos rápidos, porque nunca me importó esperar, nunca me interesó eso de esperar y al final hay tanta magia en eso... En eso de la espera... Eso de descubrirse mutuamente a medida que el tiempo pasa y te das cuenta de que hay detalles que no notaste y que te gustan más. Conocer el terreno que pisas y darte cuenta al paso del tiempo de que puede ser el camino correcto. La paciencia... La ardiente paciencia... como diría Skármeta... jajaja.
Está claro que por primera vez, independiente de las esperas y las cosas que fluyen, me doy cuenta de que ya no soy igual que hace un año. Ya no. Por primera vez me doy cuenta de que maduro y que ya no puedo olvidar eso. Tampoco olvido que aún me comporto como una niña. Pero tampoco olvido que me dijeron:
Está claro que por primera vez, independiente de las esperas y las cosas que fluyen, me doy cuenta de que ya no soy igual que hace un año. Ya no. Por primera vez me doy cuenta de que maduro y que ya no puedo olvidar eso. Tampoco olvido que aún me comporto como una niña. Pero tampoco olvido que me dijeron:
"No cambies eso, me encanta... Si cambias eso me enojo contigo"
Yo tampoco quiero que cambies... Menos cuando fluye un río en alguna parte.
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