lunes, 15 de octubre de 2007

LA OTRA CARA DE LA MONEDA EN EL CASO LICANCEL

A cuatro meses de ocurrido el desastre que ocasionó un importante daño ecológico en la zona correspondiente a las costas del Mataquito, miles de familias aún viven en la incógnita de no saber que pasará con su futuro laboral. He aquí, la otra cara de la moneda en el caso Licancel.

Más de 1500 familias son las afectadas por el cese de faenas productivas de la planta de celulosa Licancel, entidad que fue clausurada por autoridades sanitarias luego de descubrirse que la evacuación de líquidos utilizados en la purificación de la celulosa tenían que ver en el grave daño ecológico provocado a parte importante del río Mataquito y en la desembocadura del mismo afluente frente a la localidad de La Pesca, dejando miles de peces muertos, además de algunos ejemplares bovinos envenenados al saciar su sed en las tóxicas aguas.
Al paso del tiempo es innegable darse cuenta de que, si bien el impacto ambiental en la zona fue tremendo, afectando flora y fauna por igual, no sólo la naturaleza se vio perturbada, sino también un grupo importante de personas que de una u otra manera dependían del trabajo en la planta, el turismo y la pesca para sobrevivir, situación que se ha visto alterada por el rumbo de los acontecimientos.

Incertidumbre ante el desastre
¿Qué pasa con estas familias? Es lo que ahora preocupa al Gobierno. Lo cierto es que ha demostrado el deseo de que esta planta reinicie sus labores y así calmar los ánimos de estas personas, quienes ya a cuatro meses de ocurrido el siniestro han hecho ver su molestia y desamparo por el cierre de Licancel no sólo a través de pancartas y protestas.
A principios de julio del 2007 se dio a conocer la creación de una agrupación pro-Licancel a fin de defender las fuentes laborales generadas por la planta, cuyo fundamento es defender estos puestos de trabajo en vista de que la cesantía se asomaba amenazante a la zona si la planta cerrase definitivamente. Situaciones como esta no están exentas de polémicas, ni tampoco de cuestionamiento.
Y es que en sí, la situación que nace el mes de junio del presente año a orillas del Mataquito nos deja a todos ante una disyuntiva importante. Si bien el re-abrir la planta devolvería el trabajo a todos aquellos que viven de la labor dentro de Licancel ¿Qué ocurrirá con aquellos que vivían de la pesca y el turismo?
La situación de aquellos pescadores artesanales que vieron perjudicada su principal fuente de trabajo se muestra difícil. La escasez de peces es un tema sobre el cual las autoridades pertinentes prefieren no pronunciarse del todo. En una declaración realizada el viernes a un medio local, la directora de la CONAMA, Mónica Rivera, afirma que al respecto existen muchas hipótesis, las que deberían aclararse en un nuevo estudio pendiente de las aguas del río. Esto sólo hace pensar que esta será una herida que sanará lentamente para los pescadores locales, quienes deberán esperar los resultados de estudios que verificarán el levantamiento de la prohibición de extraer, consumir y vender peces de esa zona.
Por otro lado la situación del turismo no es mejor, puesto que esta industria esta por el suelo, el ecosistema del lugar está gravemente dañado y en un difícil periodo de recuperación que seguramente tomará años lo que también genera desempleos y también despierta la desazón por un futuro incierto.

Mejora de políticas ambientales
Licancel tiene un enorme desafío de ahora en adelante, porque será inevitable esperar un nuevo desastre por parte de la empresa. Quizás el mejorar sus propias políticas ambientales sea una solución evidente dentro de las muchas que podamos idear. Pero ¿Por cuánto tiempo?
La verdad es que todo este pesimismo responde a que los antecedentes de CELCO nos llevan inevitablemente a tenerlo. Algunos aún recordarán el desastre ecológico en el río Cruces, cuando la muerte de miles de cisnes de cuello negro puso en el tapete el accionar de la celulosa Arauco a la hora de evacuar los desechos industriales al afluente. Muchos aún tenían este antecedente almacenado en la memoria cuando las miradas se desviaron hacia el norte, teniendo a nuestra región y el río Mataquito en la mira pública.
Las políticas ambientales de las grandes empresas deben estar enfocadas en la protección del entorno natural que les rodea y el compromiso de CELCO, a través de la planta de celulosa LICANCEL, debería centrarse en desarrollar un plan a largo plazo que comprenda el reparar el daño ocasionado a nivel ecológico, económico y social para todas aquellas personas que se vieron afectadas por los nefastos efectos del licor negro expulsados por aquellos ductos clandestinos a las aguas del Mataquito.

Reunión extraordinaria
El sábado 20 de octubre se realizará una reunión extraordinaria de la COREMA, ocasión en la cual los tres servicios públicos relacionados con la clausura de la planta, como son la Dirección general de aguas (DGA), Seremi de salud y la Superintendencia de servicios sanitarios (SISS), entregarán los informes finales que serán vitales a la hora de decidir el futuro de la empresa y todo lo que esto conlleva.

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