No se me olvida el jueves...
¿Por qué no se me olvida el jueves?
No sé... Será porque ese día salí y la pasé bien... Pero súper bien. Otras veces he salido... Y la paso realmente bien... pero algo pasó en esta salida que me ha hecho pensar en ella y seguir teniendo esa sensación de bienestar. Como de querer repetir el asunto tal y como fue.
Aquella noche nos juntamos con mi amiga
S, un amigo de ella (Llamado
M) y los primos de él en el
Tatoha. A veces nuestro centro de conversaciones propiamente femeninas. O centro de operaciones de carretes varios.
Luego llegó
F y nos contó la feliz noticia de que será padre en siete meses y que en tres meses se convertirá en jefe de gabinete en una municipalidad de pueblo pequeño. Al poco tiempo llegó
C, chica que no vemos hace 60 días... Desde que es periodista en una de las cuatro gobernaciones que hay en la VII región.
Fue bueno. Más bueno aún porque a poco tiempo de llegar noté que mis temores deseables e infundados no existían.
"Llegó el milagro", les dije a todos mientras bebíamos unas chelas y con un brindis celebramos el feliz acontecimiento...
S me recordó nuestra ida al
"Pepe Ganga" el martes, cuando me dijo aquella frase:
"Tiene que ocurrir el milagro ¿Quién me va a acompañar a tomar cerveza después?"
Entonces le contesté que podía seguir acompañándola a tomar cerveza, pero que en vez de una Becker bien heladita llevaría una botella de leche cultivada.
El amigo de S, llamado M, me dijo que tenía que estar contenta, que era para mejor y F dijo que había que celebrar la payasada. Todos reímos...
Sí, el hecho de saber que el milagro había llegado, que mis temores deseables, pero infundados, desaparecían fue un aliciente más a la hora de calificar esa salida de jueves pre - feriado nuevo como memorable.
Sigo siendo una mujer libre y sin responsabilidades. No puedo olvidar que, de no haber llegado el milagro, seguiría siendo una mujer libre... Pero, quizás, cargando sola una responsabilidad que debía ser compartida... Y al final para que darle más vueltas al asunto.
Celebramos que seguía siendo una mujer sin hijos. Una mujer libre.
La velada continuó... Luego vi a un ex... Luego evité al ex y S me decía que me merecía una medalla olímpica porque pasaba a su lado, pero no lo miraba... Siempre digna!!!.
Después quisimos ir a otros lugares, pero estaban llenos de gente que celebraba el Halloween por adelantado. Nosotros queríamos bailar, pero ellos bailaban y no nos dejaron un espacio para hacerlo.
Entonces nos fuimos a orillas del Río Claro. Vimos en primera fila las carreras de autos tuneados.
Entonces pensé que quería un auto de esos... Pero luego creí que era muy ostentoso tener un auto que echara fuego por atrás... Igual que en las películas... Y no lo digo por lesear. Enserio había un auto que echaba fuego por atrás.
Y así nos dieron las cuatro de la mañana y nos fuimos todos. S quedó en la plaza esperando colectivo. C, M y yo nos fuimos en el auto de los amigos de M. Dejamos a C, luego a M y después conversando los que quedábamos en el auto mientras me llevaban a casa, descubrí que uno de ellos vive a tres casas de la mía. Un descubrimiento bastante poco apoteósico, pero a las cuatro de la mañana todo adquiere ribetes de "Increíble coincidencia".
Llegué a casa con ganas de tomar té. Lo preparé. Lo llevé a mi pieza. Lo bebí y dormí pensando en la salida con S y compañía. En los autos tuneados. En que soy libre. En que no quiero un auto que eche fuego por atrás. En que mi vida sigue igual que antes de tener los temores deseables, pero infundados. Un carretito sencillo. Pero cumplidor.