miércoles, 2 de noviembre de 2005

UN DÍA MÁS

No sé que fin definitivo darle a este blog, si hacerlo un blog de estudiante de periodismo, si hacerlo un blog para matar el tiempo, si hacerlo un blog para descargar mis rabias o un diario de vida público donde pueda contarle a alguien mi historia completa... de todos modos, salvo mis compañeros de Universidad, que nisiquiera han revisado este blog porque no veo ni un posteo de ellos (jojojo), nadie sabe quién soy yo, me puse sólo Alma, el nombre que siempre quise tener y que es mi obsesión.

No sé...

No sé nada.

Últimamente ando nadando en un mar de inseguridades, de incógnitas que hacen una tempestad en mi sistema oceánico, porque a veces hay días en que simplemente me gustaría encerrarme en un capullo... o en un bunker bajo cuarenta metros de tierra para que nadie me vea, porque no me gusta que nadie me conozca y eso en una estudiante de periodismo ciertamente es algo paradójico. Ni se imaginan como sufro cuando voy a trabajar, porque mientras menos gente me vea es mucho mejor. A veces logro pasar muy desapercibida.

Este fin de semana tuve que trabajar de nuevo. Mi jefa me cargó de trabajo, pero esta vez no era ir a reportear lo que siempre reporteo sabados y domingos, sino entrevistar a tres personas diferentes, tres realidades distintas. Dos de ellas relacionadas con un tema concreto, la Canonización del Padre Hurtado y la otra señora era una mujer que desbordaba fe hasta por los poros y para mí, que a pesar de hacer trabajos de fin de semana en un medio católico, tengo 0.09 % de fe, es un poco raro toparme con alguien así, especialmente porque se dan cuenta de que tú no eres como ellos y eso en parte te asusta.

Tengo tanto sueño... Y no puedo evitar recordar a la Señora Rosa, la entrevistada de San Clemente que desbordaba fe.

Me impresionó su sencillez a la hora de hablar de lo que más mueve su vida, la fe en un Dios en el cual me cuesta creer...
¿Es raro no?
Trabajando donde trabajo debería tenerla, pero no la tengo y es algo que realmente no me interesa... en realidad, la fe en Dios es algo que aún tengo que mejorar. Esas cosas que en un momento de la vida fueron demasiado dañadas deben tener el tiempo suficiente para cicatrizar y yo aún no he cumplido ese tiempo.

Tengo fe en otras cosas, como una foto o algo más... cosas que no tengan que ver con la religión... situaciones que nada tengan que ver con lo eclesial... Por ejemplo, le tengo más fe a la foto de mis abuelos, que a la estampita de San Pío de Pietralcinna que mi mamá tiene en el mueble del televisor. En realidad si le tengo fe a una estampita, la de Juan Pablo II que me regaló alguien hace poco y no porque sea el fallecido Papa, sino por quien me la dio.

La Señora Rosa era tan diferente a la familia que tuve que ir a entrevistar al día siguiente, eran perfectos... demasiado perfectos y católicos, MUY católicos.

El motivo mi jefa tuvo para enviarme a entrevistarles era el haber viajado a la Canonización del Padre Hurtado.... la idea era eso, que me contaran que significado tenía para ellos haber presenciado ese momento, pero no logré el objetivo, me contaron lo lindo que era Roma y nada más...
¿Se nota la diferencia entre una fe y otra?
Yo creo que sí, porque la señora que entrevisté al día siguiente incluso llegó a emocionarse de recordar la voz de Benedicto proclamando la santidad del Jesuita. Para ella el turisteo fue secundario.

A veces creo que hasta en la religión hay clases sociales. Yo no quiero darme cuenta de eso, pero lo hago, porque es así.

Ojalá que a la Señora Rosa le guste su testimonio, porque a veces la envidio del mismo modo que envidié a todas las señoras que se sentían tan comprometidas con su fe, la fe que yo no tengo en Dios.

La estampita de ese Papa significa tanto para mi
¿Me iré al infierno por eso?

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